Tras la muerte en 2004 de Rosalind, la hija de Agatha Christie, se encontró un extraordinario legado entre los objetos personales conservados en la residencia familiar de Greeenway : los cuadernos privados de Agatha Christie, 73 volúmenes escritos a mano que habían sido ignorados hasta la fecha.
El irlandés John Curran, gran estudioso de la obra de Christie, fue el elegido para encargarse del estudio y clasificacion de tan gran hallazgo. En el prólogo, Mathew Prichard, nieto de la autora, cuenta cómo se encontró en Calgary a un irlandés que había cruzado el Atlántico sólo para asistir al estreno mundial de una obra de teatro de su escritora favorita. Prichard temía que fuese uno de esos fans enloquecidos por la obra de su abuela. Pero luego descubrió que se trataba también de un erudito fervoroso y metódico, cuya paciente labor de busqueda en el archivo personal de Agatha Christie acabaría por dar sus frutos en esta gran obra.
Durante muchos años, a razón de doce horas diarias, John Curran trabajó en el minúsculo “cuarto del fax” de la familia para escudriñar hasta el último papel y la última anotación. "Fue en ese cuartito donde floreció la historia de amor que John ha tenido y tiene con los cuadernos de Agatha Christie", resume su nieto en el prólogo de la obra.
El irlandés John Curran, gran estudioso de la obra de Christie, fue el elegido para encargarse del estudio y clasificacion de tan gran hallazgo. En el prólogo, Mathew Prichard, nieto de la autora, cuenta cómo se encontró en Calgary a un irlandés que había cruzado el Atlántico sólo para asistir al estreno mundial de una obra de teatro de su escritora favorita. Prichard temía que fuese uno de esos fans enloquecidos por la obra de su abuela. Pero luego descubrió que se trataba también de un erudito fervoroso y metódico, cuya paciente labor de busqueda en el archivo personal de Agatha Christie acabaría por dar sus frutos en esta gran obra.
Durante muchos años, a razón de doce horas diarias, John Curran trabajó en el minúsculo “cuarto del fax” de la familia para escudriñar hasta el último papel y la última anotación. "Fue en ese cuartito donde floreció la historia de amor que John ha tenido y tiene con los cuadernos de Agatha Christie", resume su nieto en el prólogo de la obra.
En total, se trata de setenta y tres cuadernos de notas, profusamente ilustrados y con cientos de pasajes eliminados que muestran no sólo las alternativas argumentales de cada novela u obra de teatro, sino los titubeos y agonías de una mente en el momento de la efervescencia creativa. En estas páginas, conoceremos el secreto que Agatha Christie guardó tan celosamente en vida: cómo sus anotaciones, listados y borradores se convirtieron en los exitosos libros. El lector encontrará argumentos alternativos, escenas eliminadas, incluso sus planes para libros que no llegó a escribir.
Después del estudio de los cuadernos Curran concluye que "las anotaciones en sus cuadernos son completamente caóticas y muy difíciles de entender. Ella elaboraba las ideas, las destilaba, les sacaba punta y las perfeccionaba y algunos de sus títulos más inspirados son resultado de una planificación trazada con suma escrupulosidad".
Con todo, no se puede decir que haya una unidad en los cuadernos, pues la escritora cogía uno al azar, y escribía. Así, su uso fue irregular, el "Cuaderno 35" tiene 220 páginas de notas, mientras que el "Cuaderno 72" tan sólo tiene cinco. Algunos, ni siquiera tienen relación con su producción literaria, así los cuadernos 11, 40 y 55 constan sólo de fórmulas químicas, "y parecen datar de sus tiempos de aspirante a empleada de farmacia". El "Cuaderno73" está todo en blanco. Otros contienen simplemente notas personales, como el "Cuaderno 59", que contiene una lista de muebles para su casa de Sheffield Terrace.
Después del estudio de los cuadernos Curran concluye que "las anotaciones en sus cuadernos son completamente caóticas y muy difíciles de entender. Ella elaboraba las ideas, las destilaba, les sacaba punta y las perfeccionaba y algunos de sus títulos más inspirados son resultado de una planificación trazada con suma escrupulosidad".
Con todo, no se puede decir que haya una unidad en los cuadernos, pues la escritora cogía uno al azar, y escribía. Así, su uso fue irregular, el "Cuaderno 35" tiene 220 páginas de notas, mientras que el "Cuaderno 72" tan sólo tiene cinco. Algunos, ni siquiera tienen relación con su producción literaria, así los cuadernos 11, 40 y 55 constan sólo de fórmulas químicas, "y parecen datar de sus tiempos de aspirante a empleada de farmacia". El "Cuaderno73" está todo en blanco. Otros contienen simplemente notas personales, como el "Cuaderno 59", que contiene una lista de muebles para su casa de Sheffield Terrace.
El resultado del largo estudi llevado a cabo por Curran es un volumen de más de medio millar de páginas que hurga en el laboratorio de ideas y trucos literarios de una de las grandes de la novela detectivesca. Organizada en orden cronológico, la exploración de Curran traza un diagrama único de la obra de Christie, contando con todas las variantes y análisis que a la misma escritora se le iban ocurriendo sobre la marcha, así como una especie de plano evolutivo de su imaginación criminal. Una imaginación que en ocasiones trabajaba sobre la propia realidad lanzando hipótesis de investigación, como sucedió con los asesinatos de la familia Croydon o con el crimen de Charles Bravo, ambos casos de envenenamiento, especialidad en que Christie era una verdadera autoridad gracias a sus conocimientos en enfermería, farmacia y toxicología.
Plagada de esquemas, censos de personajes, diagramas y fotocopias de manuscritos donde no faltan ni tachaduras ni dibujitos, esta edición es un lujo inexcusable para todos los amantes de la literatura de detectives en general y de la de Agatha Christie en particular.
John Curran ha ordenado las anotaciones por temas, desmigando el contenido de todos sus grandes títulos a través de epígrafes tan sugerentes como "las canciones de cuna y muerte son protagonistas", "asesinatos en forma de juego", "asesinato a bordo", "asesinato en retrospectiva" "asesinatos en el extranjero" o "vacaciones de misterio". Títulos como Diez negritos, Cinco cerditos, Telón, Un crimen dormido, Se anuncia un asesinato, o La casa torcida, se presentan desde una perspectiva diferente.
John Curran ha ordenado las anotaciones por temas, desmigando el contenido de todos sus grandes títulos a través de epígrafes tan sugerentes como "las canciones de cuna y muerte son protagonistas", "asesinatos en forma de juego", "asesinato a bordo", "asesinato en retrospectiva" "asesinatos en el extranjero" o "vacaciones de misterio". Títulos como Diez negritos, Cinco cerditos, Telón, Un crimen dormido, Se anuncia un asesinato, o La casa torcida, se presentan desde una perspectiva diferente.
El estudio de Curran logra que nos adentremos en la mente de la escritora y conocer sus secretos, y es que los cuadernos de Agatha vuelven a confirmarnos la genialidad de la escritora. Como bien afirma Curran, "nadie ha igualado su combinación de legibilidad, trama elaborada a fondo, juego limpio y productividad".
La magnitud de este tesoro escondido es amplísima, ya que contiene incluso dos novelas inéditas protagonizadas por Hercule Poirot : “El incidente de la pelota del perro”, una historia con todos los ingredientes (pueblo pequeño, dama de avanzada edad, parientes avariciosos) que son la marca de la casa; y “La captura de Cerbero”, el duodécimo relato que faltaba para cerrar esa fantástica recreación mítica de los trabajos de Hércules donde la inteligencia de Poirot se mide nada menos que al misterio de Hitler.
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