lunes, 22 de septiembre de 2008

Maldad bajo el sol

Imposible creer que allí pueda cometerse un crimen. Es un lugar precioso. Con un sol radiante en lo alto del cielo y un mar que rebosa azules. Una playa estupenda y un hotel lujoso, de ambiente simpático y espléndida cocina. Es el sitio ideal para que pasen unas vacaciones divertidas acaudalados financieros, prósperos comerciantes, modistas de lujo, opulentos rentistas. También pastores protestantes… y detectives. Reinan la paz, la alegría y la despreocupación.

Sin embargo, la naturaleza humana es la naturaleza humana. Caldo de cultivo en el que la codicia se agita, las pasiones hierven y los vapores de la maldad se filtran por todas partes, bajo el sol. Aquí, la maldad parece concentrarse en Arlene, la bella esposa de Kenneth Marshall a la que todos desean. Mujer fatal que, acaso como castigo a su carácter licencioso, aparece estrangulada junto al mar. Se trata de un asesinato, pero todos los posibles sospechosos tienen coartada.

Sin embargo, el detective Hercule Poirot, sabe ver más allá de las apariencias. Advierte que la “mujer mala” es en realidad una víctima. Se percata de que aquel es un crimen minuciosamente planeado y cronometrado. Comprende que es la obra de arte de un genio. Sí, se trata de algo que parece creado para que Poirot se luzca y el lector se intrigue, se emocione, se desconcierte, se sorprenda… Y disfrute.

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