St. Mary Mead es un pueblo pequeño y tradicional en el que aparentemente nunca pasa nada. Sin embargo, en un par de ocasiones, se han cometido asesinatos en la vecindad. A consecuencia de uno de tales sucesos y tras la muerte de su marido, la señora Bantry, antigua dueña de Gossington Hall, enorme casa victoriana que fue escenario de un crimen, decide vender la propiedade y dedicarse a viajar.
La mansión es comprada por Marina Gregg, una famosa actriz de cine que ha entrado ya en el declive de su carrera y de la cual se dice que ha tenido problemas con el alcohol y las drogas. Después de reformar la casa, Marina da una fiesta a la que acuden todos los habitantes de St. Mary Mead. En dicha fiesta, una mujer se le acerca para declararle su ferviente admiración y relatarle la historia de un encuentro anterior. Al cabo de unos minutos, la entusiasta admiradora muere repentinamente, víctima de lo que parece un ataque.
Pero la siempre perspicaz miss Marple, gran conocedora de la naturaleza humana, sospecha que no se trata de una muerte natural y comienza a hacer indagaciones.
La mansión es comprada por Marina Gregg, una famosa actriz de cine que ha entrado ya en el declive de su carrera y de la cual se dice que ha tenido problemas con el alcohol y las drogas. Después de reformar la casa, Marina da una fiesta a la que acuden todos los habitantes de St. Mary Mead. En dicha fiesta, una mujer se le acerca para declararle su ferviente admiración y relatarle la historia de un encuentro anterior. Al cabo de unos minutos, la entusiasta admiradora muere repentinamente, víctima de lo que parece un ataque.
Pero la siempre perspicaz miss Marple, gran conocedora de la naturaleza humana, sospecha que no se trata de una muerte natural y comienza a hacer indagaciones.
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